Cuando tenemos
tierra fértil logramos tener todo tipo de plantas, sin embargo, en nuestras
casas y jardines esa bendición se convierte en un dolor de cabeza cuando son
invadidos por las hierbas indeseables. Estas especies que invade nuestros
jardines siempre encuentran algún espacio para crecer, compitiendo con especies
que sí queremos conservar en el jardín, encontrando huecos y rendijas por donde
aparecer.
Actualmente
existen muchos productos comerciales que nos prometen erradicarlas
efectivamente, pero muchos de ellos contienen químicos tóxicos que
eventualmente llegan al subsuelo y a nuestros cuerpos de agua, además de llegar
a dañar a nuestras plantas. Por eso es preferible usar herbicidas orgánicos.
El único
inconveniente con los herbicidas orgánicos es que no están diseñados para
proteger a las plantas como ciertos herbicidas comerciales, así que tenga
cuidado de evitar rociar las plantas que desea mantener con vida al aplicar
estas.
El agua
hirviendo es probablemente la cosa más simple de usar, pero asegúrese de no rociar
sus plantas.
Desde hace
mucho tiempo, el vinagre ha sido usado en diversas formas, como un ingrediente
en la cocina, limpiador y un sin número de otras aplicaciones. Y su potencial
uso como herbicida. El vinagre puede ser producido naturalmente mediante la
descomposición de productos vegetales en condiciones anaeróbicas. El vinagre
que se utiliza normalmente en los hogares, proviene de uvas, manzanas o
diversos tipos de granos.
El vinagre
que se consume en los hogares tiene una concentración del 5% de ácido acético. El
ácido acético se degrada rápidamente en el agua ( es por eso que no es
recomendable aplicarlo luego de una lluvia) y no se acumula. Si bien es cierto
que el vinagre reduce el ph del suelo hay que tener en cuenta que este valor
volverá a su estado normal dentro de las 48 hs. Además, el vinagre es un
producto biodegradable.
La sal es
otra solución sencilla, pero necesita ser aplicada con cuidado ya que la sal
puede envenenar el suelo. Una cucharada es todo lo que se necesita para matar a
los dientes de león y otras malezas similares, pero es mejor limitarse a las
zonas de grava y las que no están destinados a las plantas. La sal puede matar
a las raíces de las plantas y otros organismos importantes como los hongos y
lombrices de tierra. Así que tenga un blanco seguro para su aplicación y
utilice con moderación a zonas donde no matará a sus otras plantas.
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