La actuación
del hombre ha puesto en peligro los recursos renovables, y ha ocasionado que
comiencen a agotarse los no renovables, aunque la atmósfera, las aguas y los
suelos parecen tan vastos que resulta difícil creer que el comportamiento de
los seres humanos pueda llegar a afectarlos. Sin embargo, la población aumenta constantemente;
cada vez hay más edificios, más vehículos, más industrias, más polvo, más
desperdicios, más ruido y, en peligroso contraste para la supervivencia del
hombre a largo plazo, cada vez hay menos campos, menos árboles, menos animales;
cada vez es más difícil encontrar el agua necesaria, alimentos frescos,
combustibles y minerales. El interés por la protección del medio ambiente está
centrado en la salud y el bienestar del hombre, el cual es el agente causante
fundamental de la continua degradación del medio y, al mismo tiempo, la víctima
principal. Pero la adopción de una actitud consciente ante el medio que nos
rodea, y del cual formamos parte indisoluble, depende en gran medida de la
enseñanza y la educación.
Debemos,
pues, considerar, el medio ambiente en su totalidad, es decir, el medio natural
y el creado por el hombre. Ahora tenemos la oportunidad de constituir un
proceso continuo y permanente en todos los niveles y en todas las modalidades educativas.
Se trataría aplicar un enfoque interdisciplinario, histórico, con un punto de
vista mundial, atendiendo las diferencias regionales y considerando todo desarrollo
y crecimiento en una perspectiva ambiental. Nuestra meta debe ser siempre
mejorar las relaciones ecológicas, incluyendo las del hombre con la naturaleza y
la de los hombres entre sí.
La
concentración de la población en las ciudades modifica el ambiente. Todas las
ciudades tienen problemas ambientales comunes, que derivan de la concentración
de actividades. Vivir en un ambiente sano es un derecho de todas las personas.
Todos tenemos derecho a beber agua potable, a respirar aire puro, a acceder a
una alimentación no contaminada y a vivir en barrios sin basura.
La
preocupación por los temas ambientales y su incidencia sobre la salud de las
personas se manifiesta cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Las
legislaciones de los distintos países han comenzado a incorporar normas que se
ocupan de esta cuestión y también se han hecho acuerdos internacionales, cuyo
objetivo es lograr una saludable relación entre el ambiente y la población. El
Estado tiene la responsabilidad de preservar el ambiente, pero esto también es
una tarea de todos.
Los
problemas ambientales exigen que las personas intervengan y sean partícipes de
las correcciones que hace falta. En estas cuestiones, la distinción tajante
entre la esfera del Estado y la de la sociedad civil (entre lo público y lo
privado) se atenúa y pierde su tradicional nitidez.
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